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Cuando hablamos acerca de los beneficios de la iluminación LED solemos referirnos a cifras objetivas tales como las horas de la vida útil, la potencia o el ahorro económico. Esta vez vamos a hablaros de algo más subjetivo pero igualmente importante: el parpadeo de las luces y su influencia en la salud.
A diferencia de lo que ocurre con la luz solar, todas las fuentes de luz artificial presentan un parpadeo debido a la propia electricidad que las alimenta. Todo estudiante ha sido víctima de algún tubo fluorescente defectuoso que daba una iluminación estroboscópica al aula, creando una sensación extraña en los movimientos y dificultando la concentración. Efectivamente, los parpadeos en la luz, aunque a simple vista sean imperceptibles, pueden causar molestias en la lectura, problemas de atención e incluso jaquecas y otros síntomas de malestar, además de, en ocasiones, interferir con las fotografías.
Como toda fuente de iluminación artificial, las bombillas LED están sujetas a la posibilidad de parpadear, y en este caso hay que tener en cuenta dos factores: la calidad de la construcción y la posibilidad de regular la luz de la bombilla (bombillas dimables).
Si pretende iluminar zonas de uso intensivo como aulas, biblioteca, salones, rincones de lectura u hospitales, recuerde que la iluminación de calidad no sólo aporta una cuestión de una luz más bonita o un producto más duradero, sino que el propio bienestar depende de ella.
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